Del encanto a la desilusión: ¿por qué se acaba el amor?
Enamorarse es una de las experiencias humanas más gratas, genera sensación de plenitud y optimismo. Los expertos aseguran que esta primera etapa del amor suele durar un máximo de tres años, que una vez superados permiten a los amantes verse como son, sin ilusiones. Después del enamoramiento las endorfinas bajan nuevamente a su nivel regular y la pareja toma consciencia de si es posible o no continuar la relación. Muchas se fortalecen mientras otras se separan al sentir que se acaba el amor.
En ambos casos conviene advertir la diferencia entre el enamoramiento (esa primera etapa de atracción apasionada) y el amor, la capacidad de mantener sentimientos profundos hacia el otro, aceptar sus luces y sombras, tener ganas de compartir proyectos y verlo como alguien especial, aunque no perfecto.
La falta de entusiasmo y ganas de conquistar al otro, la molestia constante por lo que hace o dice, la disminución de la atracción y la preferencia a estar sin la compañía de la pareja presagian el fin del acuerdo. Pero, ¿cuáles son las razones principales por las cuales se acaba el amor? Un estudio de la Universidad de Western, en Canadá, determinó que los motivos más frecuentes por los cuales las mujeres dejan de amar a sus esposos son: la falta de higiene, la pereza y la poca estabilidad económica; por su parte, los hombres se mantuvieron reacios a continuar con compañeras sin un buen sentido del humor, con las cuales no había confianza ni una relación íntima satisfactoria.
Detengámonos en estas y otras razones por las que se acaba el amor:
Comunicación
Uno de los pilares que sostiene la relación es la comunicación, el decirle al otro lo que sientes, ser receptivo para escuchar lo que le sucede y comprenderlo. Conversar permite que la relación se pueda replantear y adaptar a las nuevas necesidades surgidas con el paso del tiempo. La mayor parte de los problemas de pareja vienen dados por una mala comunicación, bien sea porque los miembros no se hablan o porque al hacerlo solo se insultan. Al no comunicarse terminan aislados el uno del otro.
Confianza
No se puede tener una relación con una persona en la que no se confía. La confianza en el otro es lo que permite la entrega sin medidas, con la certeza de no ser lastimados. Cuando ésta no existe la pareja tiende a discutir constantemente, el amor se debilita, se pierde el interés en compartir aficiones y espacios de intimidad, en fin, el futuro de la relación se torna incierto.
Compromiso
Surge una vez superada la etapa de enamoramiento, cuando los amantes se ven tal cual son y la verdadera relación de pareja comienza. En este punto cada uno está dispuesto a acoplarse al otro, hacerse cargo de la relación, adaptarse al proyecto de vida en común. Si esto no está dado en la misma medida por ambos miembros de la pareja, el amor se resquebraja porque se rompen las alianzas, la lealtad y la seguridad.
Conformismo
La falta de planes a futuro y la ambición de superarse es uno de los aniquiladores del amor. Nadie quiere estar con alguien carente de visión y curiosidad por la vida porque con una persona así es muy cuesta arriba enfrentar las dificultades cotidianas. La poca vitalidad es una de las razones más frecuentes de abandono de la pareja.
Peleas
Si bien las discusiones de pareja son normales e incluso saludables, hacer de la vida en común un campo de batalla termina por hartar a ambos. Las peleas arruinan el equilibrio y la armonía, además con el tiempo el cerebro registra esos desagradables momentos y los recupera con cualquier estímulo, lo cual hace que ante un mínimo comentario inicie una nueva guerra campal.
Las relaciones son para disfrutarlas, aunque no pueden evitarse las diferencias ni disgustos, conviene abordarlos con mucho humor para no desgastar la relación con pleitos sin sentido; piensa si eso que te está molestando tanto hoy seguirá siendo un problema mañana, de no serlo deja de aferrarte, a veces perdiendo también se gana.
Romanticismo
Aunque las estadísticas señalan que para el hombre las muestras de sentimientos son menos importantes que para las mujeres, muchos de ellos llegan a ser más detallistas que sus compañeras. Expresarle a la pareja con gestos, palabras y detalles lo mucho que se le ama ayudará a reforzar la sensación de plenitud, recordará los primeros años de relación y seguramente las razones por las cuales se enamoraron. No hay que subestimar las muestras de afecto, son imprescindibles para mantener la unión. Por el contrario, una relación sin romanticismo se tornará monótona y distante.
Sexo
Una de las claves para que las relaciones perduren es mantener encendida la pasión. El sexo es indispensable para toda pareja, debido a que ayuda a consolidar la conexión física y emocional, además de influir en el entendimiento y la estabilidad de ambos. Sorprender al otro y preservar un espacio destinado al erotismo ayudará a mantener el deseo con el paso de los años. El desgaste de las relaciones sexuales termina por afectar el amor de la pareja, genera grandes problemas de comunicación e inhibe la experiencia del placer, tan importante para la salud del cuerpo y el alma.
La llegada de los hijos a veces pone en peligro el amor, debido a que la pareja tiene menos tiempo para la intimidad; ante esto es bueno asumir, con toda la paciencia que requiere el caso, que se trata de una nueva etapa y desde allí buscar tiempo para compartir a solas.
Higiene
Los hábitos al bañarse, cepillarse y cambiarse la ropa, sobre todo la interior, pueden ser una molestia para la pareja si uno de los dos siente que el otro no se asea tanto como él quisiera. Aunque estos pequeños detalles deben advertirse desde el principio de la relación, si aparecen una vez establecida la convivencia conviene discutirlos con mucha sutileza y respeto. La intolerancia con respecto a la higiene del compañero no es un aspecto menor sino una de las razones más frecuentes por las cuales el amor se acaba y la pareja se separa.
Amigos y familiares
Otro de los aniquiladores del amor es la mala relación de uno de los miembros de la pareja con los amigos o familiares del otro. Vivir en pareja no significa aislarse del resto del mundo, tampoco privar al compañero de la felicidad de compartir con sus seres queridos. Aunque una persona no quiera a la familia de su cónyuge, la mayor muestra de amor que puede darle es aprender a respetarla y compartir con ella. Prohibirle este contacto es tan absurdo y egoísta que si se analiza con inteligencia se advertirá que no vale la pena siquiera intentarlo. Hay que recordar que ninguna pareja sobrevive si no se siente cómoda y libre.
Distancia
Aunque las parejas a distancia pueden fortalecer su amor porque hacen más esfuerzos para comunicarse e intimar, no deja de ser cierto que este tipo de relación no funciona para todo el mundo. La poca frecuencia de los encuentros, la ansiedad que genera no verse y la falta de contacto físico hacen que el sentimiento se extinga, eso sin contar que puede quedar la duda de si realmente se logró conocer ese lado genuino del otro y no solo su mejor versión, lo que podría hacer que incluso la existencia del amor quede en duda.
Infidelidad
La mayor parte de individuos ante una experiencia de infidelidad terminan separándose de la pareja, sienten que la lealtad se ha perdido, que han sido traicionados y que aunque con el tiempo logren perdonar al compañero, los daños son irreparables y esa persona se convierte en alguien poco conveniente para amar. No es casual que la infidelidad sea la primera causa de divorcio en el mundo, sin duda es un problema muy difícil de sobrellevar.
El amor no implica la falta de atracción por otras personas sino la voluntad de no romper el lazo con quien se tiene un proyecto de vida en común. La psicóloga Anabel López sostiene que hay que distinguir si esa atracción repentina no es más que una exaltación pasajera que podría dinamitar la relación para tomar la decisión más responsable y acertada a mediano y largo plazo.
Autoengaño
No es posible amar a los demás sin amarse a sí mismo primero. El amor personal comienza en la infancia con las lecciones de la familia, es allí donde se aprende la autovaloración a partir del ejemplo de los padres. En esta etapa cada individuo se forma un concepto de sí mismo, experimenta el amor a partir de las reacciones, muestras de cariño, contacto con el entorno, molestias, etc.
La psicóloga María Guerrero explica que en la adultez cada quien elige alguien con quien mantener el rol aprendido en la infancia y allí puede surgir un problema: si las necesidades básicas no están cubiertas, se asume que no son importantes, la persona comienza a sentirse incapaz de ser amada y en consecuencia dependiente del afecto de los demás. Esta dependencia no es más que la ignorancia de la propia dignidad de ser amados, el cual resulta letal para el amor. Al demandar desesperadamente el cariño de los demás una persona no puede desarrollar al máximo su capacidad de amar.
El especialista en pareja, Walter Riso, afirma que amar es la experiencia de la abundancia interior convertida en complicidad, de ningún modo supone tratar de llenar un vacío con el compañero.
Es bien sabido que el amor hay que cultivarlo y para ello se requiere trabajar la relación, renovarla, resolver los conflictos y negociar permanentemente. Con práctica se aprende a amar, aunque nunca está de más buscar herramientas especializadas para advertir los errores en los que se reincide y mejorar. Ignorar lo que sucede es evadir el trabajo del amor y sin eso no hay sentimiento que se mantenga.
La célebre terapista Louise Hay subrayaba que los sentimientos surgen como consecuencia de las actitudes y comportamientos amorosos porque amar es una responsabilidad que requiere desarrollar conductas sanas de manera proactiva. Las parejas funcionan mejor en la medida en que comparten principios y valores, cada uno se hace cargo de sí mismo psicológica y físicamente, ambos son independientes emocionalmente, valoran a aquel con quien comparten la vida y edifican una vivencia constructiva. En eso consiste el trabajo del amor, la clave para que el sentimiento sobreviva y no se acabe el amor.