La importancia de aceptarte a ti misma y a los demás
El problema de no aceptarte a ti misma –o a ti mismo– y no aceptar a los demás como son, es tan común que muchas veces lo pasamos por alto. La cuestión es que mientras no te valores a ti, no podrás valorar a nadie más, y eso hace que nuestra convivencia con otras personas se haga cuesta arriba puesto que estamos en una constante lucha interna que reflejamos al mundo exterior.
Varios artículos de psicología concuerdan en que la llave que abre el cajón de la felicidad es “sentirse útil”, de que el mundo puede estar un poquito mejor gracias a algo que hayamos hecho, así sea súper minúsculo. Lo importante es que sepas esto: “Recibes el amor que eres capaz de darte a ti misma”.
Muchas veces pensamos que eso de la autoaceptación es pura tontería, que se trata de puro sermón, que lo único que tienes en mente ahorita es tratar de superar ciertas trabas que te ahogan en un charco de preocupación. Ajá, ¿no te has puesto a pensar que así como tú tienes tus cuitas, los de más están viviendo las suyas propias? Hay veces que por estar tan inmiscuidas en nuestros asuntos, nos molestamos con nosotras mismas y, al mismo tiempo, pagamos nuestro enojo con los demás. Eso no está cool.
Hace algunos años, en una de mis clases de psicología de la comunicación en la universidad, la profesora nos dijo que cuando algo de otra persona nos desagrada demasiado, es porque en nuestro propio ser tenemos una deuda con esa particularidad del otro que nos estorba. Es decir, que el objeto de nuestra incomodidad no es esa persona como tal ni lo que hace, sino nuestra actitud hacia ella. Nuestro mucho pensar y juzgar, nuestro mucho afán de criticar. No es mentira cuando dicen que si estamos a la defensiva con mucha regularidad es porque hay algo en nosotros mismos que no soportamos. Para amar y aceptar a otros, debes amarte y aceptarte a ti primero.
Una vez leí que “todas nuestras relaciones son un espejo, como te tratan: te tratas”. Sí, hay veces que son las otras personas las que, al parecer, podrían tener algo contra ti, y lo hacen porque tú no te protegiste desde el principio, aceptaste esos malos tratos –sobre todo cuando se trata de una pareja– y nunca buscaste la posibilidad de cambiar eso. Hacerse la víctima no es la solución, creerse culpable tampoco. Debes evaluarte y analizarte.
En el libro Comer, rezar, amar de Elizabeth Gilbert, hay algo que me gustaría mucho compartir:
“La salud del planeta se ve afectada por la salud de todos los individuos que lo habitan. Mientras dos almas se hallen en desacuerdo, el mundo entero se verá contaminado por su disputa. De igual modo, si al menos dos almas se liberan de la discordia, esto incrementará la salud general de todo el planeta, igual que un grupo de células sanas incrementan la salud general del cuerpo donde se hallen”.
El tipo de relación que lleves con los que te rodean es lo que influirá en cómo te sientas en un determinado tiempo. Para ello, debes aceptar a los demás tal como son, y eso solo se logra valorándote a ti primero.
Da el primer paso y comienza a aceptarte a ti misma
Con la autoaceptación viene la autoestima. ¿Hay algo de ti que no te guste? ¿Por qué? Ten en cuenta que nadie es perfecto, ni siquiera las súper modelos con mil cirugías pueden llegar a serlo.
Claves para aceptarte a ti misma
Conócete
Haz un ejercicio de autoanálisis y comienza escribiendo dos listas: una con todo lo que te gusta de ti misma, y otra con todo lo que te desagrada. Que los ítems sean tanto en lo físico como en la personalidad. Puede costarte al principio, muchas veces nos olvidamos y nos resulta más fácil juzgar o admirar a los demás, que evaluarnos y valorarnos a nosotros mismos. Es una introspección que capaz te resulte dolorosa. Si te sientes muy por el piso, es probable que la lista de los “defectos” sea más larga.
Puede suceder, incluso, que tengas una imagen de ti que para nada se ajusta a la realidad. Por eso, debes hacer este trabajo por ti. Por ejemplo, yo soy malísima dibujando (terrible), pero soy excelente fotógrafa, y eso me hace sentir muy bien. Es bueno que veas esas cosas en ti y te vayas descubriendo. Trata de mejorar lo que no te gusta de ti y lo que consideras que te hace daño.
Deja de maltratarte
Sí, basta de decir que eres fea, que no mereces nada, que no sabes hacer nada bien, que eres gorda, etc. Eso es maltrato y auto lastimarte es lo peor que puedes hacer. ¿Cómo pretendes que otros te respeten si tú no te respetas?
Para en seco cuando te escuches a ti misma diciéndote algo despectivo, comienza cuidando las palabras que utilizas para hablar de ti.
No aceptes que otros te maltraten
Tú sabes quiénes son las personas de tu entorno que te hacen sentir mal, aléjate de ellas. Tú misma tienes que ser tu protectora, no aceptes el irrespeto de los demás, debes aprender a cortar relaciones tóxicas desde la raíz. Júntate con personas alegres, divertidas, y con mucha luz interior. Cuando son las adecuadas, se siente, y cuando no, también.
Convéncete de que eres bella –bello– a tu manera
Mucho de los problemas de autoestima son producto de los estereotipos sociales, de esos estándares de belleza impuestos que lo que hacen es enfermarnos porque nunca nos enseñaron que vale más un cuerpo sano y bien alimentado, que uno con medidas 90-60-90. Y ni hablar del racismo, que todavía es algo muy marcado en algunos países. Debes entender que eres hermosa, que todo de ti es bello y nadie puede decir lo contrario. La belleza es una actitud, no una medida, un peso o un color de piel.
Hay personas que equiparan belleza únicamente con lo físico y se dan un chasco grandísimo cuando descubren que la persona que le gusta valora más la inteligencia o la personalidad. Basta con leer El retrato de Dorian Grey para darse cuenta que su obsesión por la belleza, sumado con una personalidad nada deseable y muy egoísta, lo hizo al final el hombre más feo y podrido del mundo (lectura obligatoria, by the way).
Ten en cuenta: Autoestima no es igual a narcicismo
No confundas las cosas, sentirte bien contigo misma no tiene nada que ver con tus posesiones o con creerte superior a los demás. Ser egocéntrico u ostentoso es inseguridad disfrazada, ganas de buscar amor en la aceptación exterior, y eso es un grave error. Andar modo diva diciendo “Soy mejor que tú, soy más bella que tú, tengo más cosas que tú”, para nada es amor propio.
No vas a caerle bien a todo el mundo, así que deja de preocuparte por lo que digan los demás de ti
Cuando te critiquen solo para herirte, ignora, eso debe tenerte sin cuidado. Que nada estorbe tu camino a la autoaceptación. Muchas veces tienes una mala imagen de ti misma solo porque prestas mucha atención a los malos comentarios que te hacen. Ten en cuenta que esas mismas personas tienen su propia lucha interior y probablemente se sientan muy miserables por dentro. Hacer oídos sordos es la clave. Nadie es monedita de oro, no puedes mantener a todos contentos. Pero no por eso debes sentirte mal contigo misma o iniciar una disputa.
Ámate
Dentro de mis muchas lecturas, recuerdo una frase que dice: “Recibes el amor que eres capaz de darte a ti misma”. Grábatela en la memoria, que nunca se te olvide, comienza a cultivar el amor propio, pues eso es lo único que importa. Haz cosas para ti que serías capaz de darle a un ser amado: hazte un desayuno delicioso y nutritivo todos los días, date un gusto a ti misma, ve tu reflejo en el espejo y sonríe, di que te amas en voz alta, inténtalo. No olvides que no hay nadie como tú, eres única e irrepetible.
No hay nada mejor que sentirte tu propia wonderwoman, de saber que tú eres una gran amiga para ti misma y que puedes ser tan poderosa como te lo propongas.
Acepta a los demás tal como son
Una vez que aprendas aceptarte a ti misma, a valorarte y amar cada milímetro de tu ser, habrás hecho un gran avance en la labor de aceptar a los demás tal como son. La belleza atrae belleza y, cuando te sientes bien contigo misma, es muy difícil que los comentarios negativos de otros te perturben o que reacciones de forma violenta. Tus relaciones mejorarán muchísimo solo por el hecho de haberte aceptado tú primero.
Claves para aceptar a los demás
Todas las personas son diferentes y eso está bien
El mundo no sería mundo si todos fuésemos iguales. No puedes esperar que las personas actúen como tú esperas, pues ellos no piensan igual que tú. Rodearte de gente con perspectivas distintas de la vida, te ayuda a ampliar tu horizonte y te ayuda a crecer. Valora la diversidad.
Debes dejar de idealizar a las personas, tanto a tus amigos como a tu pareja. Así también te proteges tú, pues no te decepcionarás cuando algo no resulte como esperabas. Además, es una forma de ser justa con los demás, nadie es perfecto, no puedes atribuirles cualidades de dioses a personas de carne y hueso.
Libérate de los prejuicios
Que alguien piense o actúe distinto a como tú lo harías, no quiere decir que es mala persona. Ten en cuenta que todos tus prejuicios son producto de una sociedad que impone estándares que no siempre son los correctos. Renuncia al falso moralismo y comprende que las personas son como son, no puedes cambiarlo.
No es lo que dices, sino cómo lo dices
Leí por ahí que “si de tu boca no va a salir algo positivo o bueno, entonces no lo pronuncies y que no salga al universo”. Tu forma de comunicar tus sentimientos, influye muchísimo en tus relaciones con otras personas. Es bueno expresarse, pero debes aprender a hacerlo con tacto y sensibilidad. Cuando veas que te molesta algo de alguien y deseas decírselo para mejorar la convivencia, hazlo, pero de forma tranquila, incluso con un poco de humor si se puede, o con ternura. Te aseguro que habrá comprensión y que cualquier cosa hallará solución, solo con ser más dulce con quienes te rodean.
Practica la empatía y la tolerancia
No sabes lo que la otra persona esté viviendo, nadie sabe las goteras que hay en casa ajena. Ponte en los zapatos de los demás, no significa que debas justificar alguna actitud grosera, pero debes saber que no todo el mundo tiene un buen día y no puedes andar por la vida juzgando a los demás sin saber lo que están batallando por dentro. Haz lo justo: trata a los demás como te gustaría que te traten a ti.
Todo lo mencionado en este post se trata de un proceso que toma tiempo. Pero no olvides que debes empezar por ti, debes comenzar a sanar aquello que te impide aceptarte a ti misma y compartir tu buena actitud con los que te rodean. Regálate un atardecer, sal a algún lugar tu sola y vístete como si fueras a una cita con Tom Hiddleston (o sea, que te arregles para ti misma y nadie más). Las buenas cosas que sientas, podrás reflejarla en el exterior. ¡Vive!