hilo rojo del destino

Leyenda japonesa: El hilo rojo del destino

¿Alguna vez te has detenido a pensar en el destino? ¿Te has preguntado si, en efecto, hay alguien especial para ti a quien estás inevitablemente atada o atado? Lo que los occidentales nombran como “almas gemelas”, los orientales lo inmortalizaron con una hermosa leyenda, la del hilo rojo del destino, presente en las mitologías china y japonesa. De acuerdo con esta leyenda, dos personas están destinadas a encontrarse y amarse, no importa cuándo ni en dónde, no importa si están separadas por millones de kilómetros. Aunque sea el mismísimo fin del mundo, estas dos personas harán un camino para conseguirse y no soltarse.

“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper”, dice la leyenda. Dicho hilo rojo está atado al dedo meñique de las personas. Esta creencia nació gracias a un descubrimiento médico donde se demostró que la arteria ulnar conecta el meñique con el corazón. De esta manera, el hilo comienza desde el corazón de una persona, pasa por el brazo, llega al meñique, se extiende de forma invisible, conecta con el meñique de la otra persona –con la que inexorablemente está destinada a encontrarse–, recorre su brazo y, finalmente, llega a su corazón. Nadie puede zafarse de esta unión.

Que el hilo rojo conecte los meñiques con los corazones simboliza el interés compartido y la unión de los sentimientos. Ese no sé qué que se siente al conocer a alguien, esa química inevitable, ese deseo de estar con cierta persona, esa vaga sensación de conocerse desde hace mucho tiempo aunque nunca se hayan visto, ese es el hilo rojo del destino. Es un lazo afectivo que ata a las personas, desde su nacimiento, con una poderosa energía, con un magnetismo que no se rompe.

 

Historia del hilo rojo del destino

 

Hay dos variantes de esta leyenda, la china y la japonesa.

La versión china cuenta que un anciano milenario, que vive en la luna, sale cada noche a buscar las almas que habitan en la Tierra. Cuando ve dos almas parecidas y hechas la una para la otra, el anciano las une con un hilo rojo para que no se pierdan y para que en algún momento puedan encontrarse.

Sin embargo, la versión más popular es la japonesa, y se les recita a los niños en casi todos los hogares de Japón:

“Hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos.

Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente…

Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente”.

De acuerdo con esta leyenda, nadie puede escapar de su destino y es imposible alterarlo. Ni el capricho del emperador pudo evitar que, en el futuro, se casara con la niña que hizo caer. No pudo boicotear lo que estaba destinado para él.

El hilo rojo del destino, “Unmei no akai ito” en japonés, indica que no hay nada al azar ni de la suerte, y que no tenemos todo el control sobre nuestra vida.

¿Sabías que…?

Esta leyenda siempre ha sido muy importante y reconocida en Japón. Tanto así que, durante el periodo Edo japonés (entre los años 1603 y 1868), algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrar amor eterno y devoción a sus maridos… What the hell? Vamos, esto es demasiado extremista y descabellado. Gracias al cielo que, en la actualidad, este tipo de “demostraciones de amor” ya no existen.

Aquí te va otro dato curioso. ¿Has hecho alguna vez la “pinky promise”? ¿La promesa sellada con el cruce de tu meñique y el de alguien más? Bueno, los japoneses suelen hacer promesas de esta manera. Por supuesto, proviene de la leyenda del hilo rojo del destino. Se supone que este tipo de promesas deberían ser inquebrantables, puesto que la estás haciendo con el corazón.

También, entre la comunidad de padres que adoptantes en Japón, la leyenda del hilo rojo hace parte de toda la mecánica de interacción, pues se supone que, en estos casos, el vínculo entre los padres y los niños adoptados está igualmente atado con un lazo afectivo. Debido a que las esperas de este tipo de trámites suelen ser muy largas, la leyenda fortalece mucho más la unión entre padres e hijos.

 

La leyenda del hilo rojo y las relaciones afectivas

Esta creencia japonesa no se limita a las parejas ni a una sola persona a la que estemos destinadas a conocer. ¿Acaso no has sentido una conexión especial con tu mejor amiga o tu mejor amigo? O con tus padres o hermanos, de hecho. Pues la leyenda del hilo rojo del destino se trata de una ramificación arterial que inicia en tu dedo meñique y se enlaza con muchas personas que llegarán a tu vida y con las cuales construirás una relación particular. Son esas personas que, aunque no quieras, tienen que aparecer porque te enseñarán algo importante para las experiencias que irás acumulando en tu viaje terrenal y espiritual. Incluso, si en tu memoria guardas el grato recuerdo de algún profesor o profesora de tu infancia –o de cualquier momento de tu vida– que fue una figura importante para tu crecimiento y desarrollo personal, quiere decir que estaban unidos con el hilo rojo.

En este caso, estás atado a muchos hilos rojos con muchísimas personas que aparecieron, están o irán apareciendo paulatinamente en tu vida. No ocurre por casualidad ni por juegos de azar, son personas autorizadas por el destino y que te enseñarán algún tipo de lección. Sean experiencias buenas o malas, de todas aprenderás. Es lo que ayuda a evolucionar nuestra sabiduría. Por supuesto, en cuestiones de pareja, se supone que solamente estás atada o atado a una persona que será el verdadero amor de tu vida. Las otras relaciones que puedas tener aparte de esa, existen solo para prepararte y enseñarte lo que necesites aprender acerca del amor.

 

¿Cómo reconocer al hilo rojo del destino?

Nunca lo vas a ver, pero sí lo sentirás. Lo sabrás porque al hablar por primera vez con esa persona te dará una sensación de haberla conocido anteriormente.

En cuestiones de pareja, cuando sientes paz con una relación, cuando sientes que amas verdaderamente, cuando das todo sin esperar nada a cambio pero, aun así, esa persona te lo retribuye porque le nace del corazón, cuando pasan muchos años juntos y la “llama” todavía no se ha apagado, cuando se dan mutuo apoyo y siempre son dulces el uno al otro: ese es el hilo rojo del destino. Esto no quiere decir que nunca vayan a tener una discusión, pues toda relación sana tiene discusiones de vez en cuando, la clave está en que, cuando discuten, lo arreglan inmediatamente, comunicándose y sin hacerse daño el uno al otro. Recuerda que el hilo puede tensarse, pero siempre está ahí y siempre vuelve a su estado pacífico.

Ahora, bájate de la nube si piensas que esa persona que te causa dolores de cabeza, que no te respeta y que no te valora, es tu hilo rojo del verdadero amor porque definitivamente no lo es. Por cierto, la leyenda no tiene nada que ver con caras bonitas y otros tipos de superficialidades, tampoco creas que porque te encanta y te encaprichas con la belleza física de esa persona, quiere decir que sea tu gran amor atado al hilo rojo. Eso no va.

Esta leyenda oriental, como te lo mencionaba al principio, tiene una variante occidental: las almas gemelas. Con respecto a eso, el Dr. Brian Weiss (psiquiatra), escribió un libro que habla mucho acerca del tema y la reencarnación: Lazos de amor. Te comparto un extracto del texto:

Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán.

Es posible que nuestra mente diga: “Yo no te conozco”. Pero el corazón sí le conoce.

Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco, se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.

Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quiénes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto, sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón, y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.

La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica, y se libera una tremenda energía.

Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esa persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.

Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.

Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbitamente.

El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos, llega a nosotros y nos besa de nuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos hasta la eternidad.

Brian Weiss – Lazos de amor

 

Como verás, de acuerdo con la leyenda, el hilo rojo del destino es la fuerza magnética de los amores reales y de las relaciones familiares y amistosas que mantenemos con las personas que nos rodean.

Hay una película de animación japonesa inspirada en esta leyenda. Se llama Kimi no Na Wa (“Your name” en inglés y “Tu nombre” en español), del aclamado director Makoto Shinkai. Trata sobre dos jóvenes –una chica y un chico– que se conectan a través de los sueños y poco a poco se van dando cuenta que los une un vínculo muy especial. Aquí te dejo el tráiler:

https://www.youtube.com/watch?v=Vg9o9Y_16mk

 

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