El mito de Psique y Eros: una historia de amor acerca de la confianza
El mito de Psique y Eros es una historia acerca de la importancia de la confianza en una relación. Antes de adentrarnos en ella, recordemos que Eros es el dios griego del amor y su equivalente romano era Cupido. El origen de este dios tiene muchas versiones contradictorias. Según algunas leyendas, Eros fue otro de los hijos de Afrodita. Sin embargo, Hesíodo cuenta que Eros era una fuerza primordial en la creación, que estaba presente antes de los titanes y los dioses del Olimpo.
Siguiendo la versión de Hesíodo, Eros -dios alado del amor- era el cuarto dios en existir junto con Caos, Gea y Tártaro. Al mismo tiempo, en la Teogonía de Hesíodo, Eros nació con Afrodita y fue él quien la acompañó cuando ésta surgió del mar.
Por otro lado, el filósofo Aristófanes describe el nacimiento de Eros de la siguiente manera:
“En el principio sólo existían el Caos y la Noche, el negro Erebo y el profundo Tártaro; la tierra, el Aire y el Cielo no habían nacido todavía; al fin, la Noche de negras alas puso en el seno infinito del Erebo un huevo sin germen, del cual, tras el proceso de largos siglos, nació el apetecido Amor con alas de oro resplandeciente, y rápido como el torbellino. El Amor, uniéndose en los abismos del Tártaro al Caos alado y tenebroso, engendró nuestra raza, la primera que nació a la luz”.
Los griegos representaban habitualmente a Eros como un joven viril. Con el tiempo fue reducido hasta ser representado hoy día como un bebé en pañales con un arco y un carcaj con flechas, conocido como Cupido.
Hijo o no de Afrodita, lo cierto es que Eros trabajaba junto a ella y ambos se ocupaban de los asuntos concernientes al amor y la pasión.
El mito de Psique y Eros
Eros se enamora de Psique
Hablar sobre el mito de Eros y Psique es referirnos al amor entre un dios y una mortal. Digamos que la relación era un tanto “imposible”. La historia cuenta la lucha por el amor y la carencia de confianza en su relación.
Psique tenía la desgracia de ser tan bella, que los hombres la llamaban “una segunda Afrodita”, la adoraban y le brindaban reverencia que debían ser para la diosa. Por tal motivo, Afrodita celosa se ofendió y tomó represalias contra ella.
Cuando Afrodita se enfadó con Psique, pidió a Eros que usara sus flechas doradas para hacer que Psique se enamorase del “más vil de los hombres”, el más feo, el más miserable. Eros accedió, pero accidentalmente se flechó él mismo y terminó enamorándose de la mortal.
Los padres de Psique consultan el oráculo
Mientras eso ocurría, Psique -a pesar de ser una mujer que gozaba de extrema belleza- seguía soltera y sus padres estaban preocupados. Ellos decidieron consultar el oráculo, el cual les dijo que su hija no estaba destinada a un amante mortal, sino a una criatura temible que vivía en la cima de una montaña. El propio Eros había preparado el oráculo para que dijera esa información. Psique se resignó a su destino y decidió subir la montaña. En ese momento, Céfiro -el viento del oeste- la bajó flotando hasta una cueva llena de joyas.
Psique se sorprendió por el detalle de los ornamentos dentro de lo que sería su “nido de amor”. Eros la visitaba todas las noches para hacer el amor apasionadamente. Sin embargo, ella nunca lo había visto. Por obvias razones, Eros quería mantener su identidad oculta. Lo único que él le pidió a su amada fue que nunca encendiera ninguna luz, pues no quería que supiese que era un dios y sus alas lo delatarían.
Psique traiciona la confianza de Eros
Las dos hermanas de Psique estaban celosas y le dijeron a su hermana que su amante era un monstruo y debía clavarle una daga antes de que la matara. Psique se dejó manipular por el miedo y la cizaña de sus hermanas, tanto que decidió asesinar a su amado. Así que al llegar a la cueva, encendió una lámpara de aceite y al instante se dio cuenta que su amado era Eros, el mismísimo dios del amor. Una gota de aceite cayó en el hombro del dios y éste se despertó. Psique dejó caer la daga, presa de la vergüenza por haber traicionado su confianza. Eros huyó diciendo: “¡El amor no puede vivir donde no hay confianza!”.
Psique contó lo sucedido a sus hermanas y ellas se regocijaron en secreto. Eran tan maliciosas que cada una visitó por separado la cueva en la montaña donde vivían Eros y Psique, esperando que el dios del amor las prefiriera a ellas. Sin embargo, Eros estaba muy desdichado y con el corazón roto, por lo que ambas murieron al caer a la base de la montaña.
Psique emprende la búsqueda para recuperar a su amante
Psique se da cuenta de que para poder recuperar a su amado debe someterse a una Afrodita enojada, pero no le importa y se presenta personalmente ante la diosa. Afrodita, consciente de su amargura hacia la mujer, le encomienda una serie de tareas difíciles e imposibles de realizar por una simple mortal.
La primera tarea consistía en seleccionar semillas. Afrodita condujo a Psique a una habitación llena de un montón de semillas mezcladas entre sí -trigo, cebada, amapola, mijo, lentejas, garbanzos y habas-. Psique debía clasificarlas antes del atardecer, cada una en su propio montón. La tarea parecía ciertamente imposible, pero una multitud de hormigas acuden en su ayuda agrupando cada clase de semilla, grano por grano, en su propio montón.
La segunda tarea se trataba de conseguir lana de oro. Afrodita ordenó a Psique que adquiriera algunas vedijas de lana de oro de los terribles carneros del sol, los cuales eran unos animales muy agresivos con cuernos enormes que matarían a la mujer en seco con solo acercárseles. Sin embargo, Psique volvió a salir airosa gracias a que unos juncos verdes le aconsejaron que esperara hasta la puesta de sol, cuando los carneros se dispersaran para descansar, así podría escoger mechones de lana de oro de las zarzas donde los carneros se habían restregado.
La tercera tarea consistía en llenar el frasco de cristal. Afrodita le entregó un pequeño frasco de cristal a Psique y le dijo que debía llenarlo con agua del río prohibido, el cual caía en cascada desde una manantial ubicado en la cima de la montaña más alta hasta la más profunda sima del mundo subterráneo. La tarea parece imposible, pero un águila la ayudó.
Para su cuarta y última tarea, Afrodita ordenó a Psique que descendiera al inframundo con una pequeña caja para que Perséfone la llenara con ungüento de la belleza. Psique consideró que el camino más corto para llegar al inframundo era muriéndose. Sin embargo, una torre clarividente la aconsejó con otro método para llegar al mundo subterráneo sin necesidad de morir. De esta manera, Psique superó todas las pruebas asignadas por Afrodita.
Sin embargo, cuando Psique abandonó el inframundo, decidió abrir la caja y tomar un poco del ungüento de la belleza para usarla en ella misma, porque consideraba que de esa manera Eros volvería junto a ella. Pero dentro de la caja se hallaba un “sueño estigio” que la sorprendió y la durmió sin posibilidad de despertarse.
Eros la amaba demasiado y la perdonó, voló hasta su cuerpo dormido y limpió el sueño de sus ojos, le suplicó a Afrodita que la hiciera inmortal y que le concediera el permiso de casarse con ella. La diosa cedió y le otorgó alas a Psique, haciéndola inmortal. Psique y Eros se casaron. Tuvieron un hijo llamado Hedoné (Voluptas, en la mitología romana), dios del placer.
De esta manera, Psique se convirtió en la deidad del alma humana, era representada como una diosa con alas de mariposa. De hecho, la palabra griega psique significa «alma, espíritu, aliento, vida o fuerza animadora”.
La importancia de la confianza en las relaciones
Como te habrás dado cuenta, el mito de Eros y Psique es perfecto para explicar la importancia de la confianza hacia la persona amada. Psique cayó en el error de dejarse llevar por los perniciosos consejos de sus envidiosas hermanas sin importarle el amor que sentía hacia su amante. Sin embargo, no hay que olvidar que hasta el mismo Eros no fue sincero con su mujer, pues le ocultó su identidad. Ambos, Eros y Psique, cometieron un grave error al no confiar el uno al otro.
Por más que haya amor entre ambas partes en una relación, la confianza es el más valioso pilar que le da soporte a ese sentimiento. Sin ella, el amor no puede vivir, tal como le dijo Eros a Psique luego de haberse enterado de su traición.
Sin embargo, Psique se arrepintió e hizo literalmente hasta lo imposible para recuperar el amor de Eros. Por su parte, el dios también la perdonó y ambos pudieron estar juntos. El arrepentimiento y el perdón son las dos cosas que permiten que una relación facturada vuelva a reconstruirse. Pero tanto el que se arrepiente como el que perdona deben hacerlo con el corazón y sin caer en el rencor.
Bibliografía:
Shinoda Bolen, J. (2010). Las diosas de cada mujer. Barcelona, Editorial Kairós.