Amor y sexualidad en el Renacimiento

Amor y sexualidad en el Renacimiento

Ya hemos visto que la Edad Media fue un periodo marcado por el atraso y la opresión. Eso va a dar un giro de 180º durante el Renacimiento, época del despertar de las artes y de la ciencia. Asimismo, el amor y la sexualidad en el Renacimiento verán un cambio satisfactorio para los amantes.

De qué va el Renacimiento

Pues bien, el Renacimiento (siglo XV – XVI) nació en Florencia, Italia, y se trata de la transición de la Edad Media a la Edad Moderna, caracterizada por la oposición a lo medieval y el amor e imitación de lo grecorromano.

  • La Reforma (siglo XVI) constituyó una revolución religiosa que tuvo sus causas básicas en los años finales de la Edad Media y que representa una verdadera crisis en la Iglesia Católica europea como resultado del cual se quebranta la unidad de creencias en el continente.
  • El hombre es el centro del mundo renacentista y busca la gloria terrenal. Los humanistas renacentistas tuvieron una nueva fe en el ser humano y en el valor del ser humano.
  • Esta nueva visión del hombre también se manifestaba en un interés por la anatomía del cuerpo humano.
  • En el arte volvió a aparecer el desnudo, tras mil años de pudor.
  • Los hombres se atrevieron a ser ellos mismos, ya no tenían que avergonzarse.
  • Volvió a nacer el arte y la cultura de la Antigüedad.
  • Hubo una transición económica del feudalismo a la economía monetaria (las necesidades vitales se convirtieron en algo que se podía comprar con dinero).
  • Hay notables aportes en geografía y ciencias físicas, matemáticas y naturales, letras y filosofía.
  • Se dieron avances tecnológicos como la imprenta y la brújula.

 

Amor y sexualidad en el Renacimiento

Las ideas liberales se extendían entre gente con experiencia de mundo, gente que viajaba como mercaderes y comediantes. Por supuesto, la Iglesia católica no permitió que esa libertad se propagara demasiado, y como producto de la Reforma y Contrarreforma, se creó la Santa Inquisición.

Inquisición

Uno de los “delitos” por el que los inquisidores realizaban su cacería era la fornicación. Los inquisidores perseguían a aquellas personas que decían que practicar sexo libre fuera del matrimonio no era pecado. Por supuesto, la clase alta no se veía afectada y muchas veces se les perdonaba que fornicaran fuera del matrimonio. Para la Inquisición, ni la fornicación ni la prostitución afectaban la moral oficial.

Libertad sexual

Los jóvenes aristócratas con dinero iniciaban su sexualidad desde los doce años, y con prostitutas. La prostitución seguía siendo un mal necesario, sobre todo para los hombres que debían “desahogarse” por el deseo sexual. Como los inquisidores no castigaban a los aristócratas, ellos tenían derecho de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Los que se veían cruelmente afectados eran las personas de clase baja.

Los encantos eróticos

La hechicería representó un papel importante para atraer a los novios, y los que la practicaban eran perseguidos por los inquisidores. El encantamiento era visto como una actividad peligrosa porque suponía confiar en poderes prohibidos que implicaban pacto con el diablo.

La bigamia

En la Barcelona de 1665, los inquisidores persiguieron y detuvieron a una mujer que, abandonada por su marido, vivía con otro hombre como su esposa. Pero la pusieron en libertad, porque al parecer era un sencillo caso de cohabitación sin derivaciones teológicas, aunque la bigamia constituyera un pecado.

Por lo visto, la bigamia era algo bastante corriente, porque como en esa sociedad no se admitía el divorcio, la única solución era irse a otra ciudad y casarse por segunda vez.

Homosexualidad

Seguía siendo reprobado por la Iglesia, pero como el Renacimiento se caracterizó por ser humanista, ya los homosexuales no tenían miedo de expresar públicamente sus preferencias. Leonardo da Vinci fue acusado dos veces de acostarse con un hombre joven, pero nunca fue condenado porque sus cómplices provenían de familias poderosas.

Michelangelo, por su parte, a sus 50 años hizo pública su homosexualidad. Escribía intensos poemas apasionados donde declaraba su amor a un joven guapo llamado Tommaso de Cavalieri. Nunca lo condenaron de sodomía porque él aseguró que seguía siendo célibe y que su amor era un amor platónico.

El amor en el Renacimiento

El concepto del amor revolucionó y ya no se veía como en la Edad Media, sino que tenía vínculos con el neoplatonismo (amor platónico, idealizado, romántico). En esta época surgió el “amor cortés”. La mujer comienza a ser idealizada y venerada como una diosa, un ser divino al que había que complacer y adorar tanto física como intelectualmente. Ya se la respetaba más y el hombre comenzó a cortejarla para poder ganarse su amor.

Arte, sexualidad y Renacimiento

Es en el arte donde se ve realmente los cambios en comparación con la Edad Media. Las pinturas y las esculturas eran muy realistas, y los desnudos de eran los más representados.

La mitología clásica se convierte en un tema recurrente en la pintura renacentista, donde se muestra la mayor admiración por el legado grecolatino; sin embargo, se respetaba la tradición medieval al seleccionarse temas religiosos junto con los civiles.

La escultura era realista, lograda con modelos vivientes que dan gran importancia a la anatomía, con muestra de movimientos y expresiones. Los temas eran religiosos (personales del Antiguo y Nuevo testamento, en cuanto al cristianismo; o de la mitología grecolatina, en cuanto al paganismo) y civiles (esculturas de mecenas o personajes famosos). Lo mismo sucedía con la pintura.

Cabe destacar que, gracias a las pinturas, el ideal de belleza de la mujer cambió. Antes, en La Edad Media, las mujeres bellas eran las delgadas y de senos pequeños, porque las voluptuosas se consideraban paganas ya que podían hacer que los hombres cayeran en tentación. Eso cambió en el Renacimiento, pues empezaron a destacarse los desnudos de mujeres voluptuosas, de caderas anchas y llenas.

El Renacimiento constituyó un despertar en todos los sentidos. Por supuesto, ciertos rasgos medievales prevalecían, pues la transición no se dio de un día para otro. Sin embargo, los avances en la ciencia y en las bellas artes, además del surgimiento del amor romántico, significó un gran paso hacia la modernidad.

 

 

 

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